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Notas y entrevistas

Trío Burgol: jazz, filosofía y alimentos para el alma

By 2 marzo, 2013No Comments

Adrián Moyano, nuevamente, tuvo la buena onda de publicar esta extensa nota en Diario El Cordillerano. El original pueden encontrarlo en: http://www.elcordillerano.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=3807%3Atrio-burgol-jazz-filosofia-y-alimentos-para-el-alma&catid=135%3Arecitales–conciertos&Itemid=12

Trío Burgol: jazz, filosofía y alimentos para el alma

La excusa era avisar que después de un pequeño paréntesis, la agrupación retomaba sus conciertos en un reducto de los kilómetros. Pero la conversa se disparó hacia un conjunto de disquisiciones que tiene que ver con los fundamentos y los valores que sostienen la práctica musical.

Auténticos filósofos de la música resultaron Pedro Bellora (guitarra) y Máximo Mastrolía (batería), dos de los integrantes del Trío Burgol. Después de un breve paréntesis, la formación que se completa con Raúl Carrasco (bajo), retomó las funciones sabatinas en Plaza Patagonia, un reducto que le abre sus puertas a la música sin pretender que la gente pague una entrada a cambio. Entonces, los conceptos fluyen, como en la charla con los muchachos.

Un par de meses atrás, el diálogo se dio con Pedro exclusivamente. Por eso, el interés en esta ocasión se depositó inicialmente en la vida y obra del baterista. “Yo estuve en Buenos Aires muchos años estudiando y tratando de vivir de la música. Cuando volví a Bariloche, devastado por la imposibilidad de hacerlo (risas), me di cuenta de que todavía podía vivir de la música acá en Bariloche y no la había visto. Así lo conocí a Pedro, fuimos a ensayar para un trabajo que había, ese trabajo no salió tan bien pero lo que salió bien fue haberlo conocido a él”, celebró Máximo.

Los amantes de la música barilochense recordarán a Mastrolía por su paso por agrupaciones que cultivaban otros géneros. “Yo toqué en La Bohemia con los chicos que ahora son Blusers, y también toqué en General Lee, con Guillermo Lara y Marcos Antona. Hice otras cosas, pero nadie las va a recordar (risas). Está buenísimo porque a Buenos Aires fui a estudiar jazz, que era lo que me gustaba. Antes tocaba lo que podía tocar y ahora creo que toco lo que me gusta y eso me hace muy feliz”, confesó.

Recordó el de la guitarra que “el trío se completa con el gran Raúl Carrasco en bajo, estamos súper contentos que se haya subido a la propuesta y creo que es la pata necesaria para este trío, que nació cuando en su momento salió la posibilidad de tocar. Teníamos grandes ganas de hacer música porque es maravilloso hacer música y porque hay lugares donde se puede hacer música con esta actitud”.

En la génesis del Trío Burgol “empezamos tocando con un bajista llamado Javier Trincheri a dúo en Che Papá, el gran bar sobre (John) O’Connor. Luego, en otro bar conseguimos una fecha semanal y lo incorporamos a Maxi en batería. Y con Raúl estamos tocando en Plaza Patagonia, los sábados a las 18. Este ya es el cuarto mes que estamos tocando con entrada gratuita, así que el trío salió de ahí, de las ganas de hacer la música que amamos para la gente que quiere ir a escucharla. A mí me parece particularmente importante que la entrada sea gratuita porque si esta es una música libre, tiene sentido que haya libertad para ir”, proclamó.

Blues, rock y jazz

A invitación del cronista, Mastrolía esbozó un auténtico ensayo sobre las diferencias y similitudes de tocar rock o jazz, al comando de una batería. “El rock, así como el jazz, han ido transformándose a lo largo del tiempo. Tanto uno como otro vienen de un mismo lado, o sea que un principio los dos bateristas vienen de un mismo lado. Después, la necesidad de vender de uno y la necesidad de no vender del otro, los ha ido separando un poco”, disparó.

Según Máximo, “el baterista de rock necesita tener un tiempo mucho más sólido en cuanto a determinadas cosas que debe hacer sí o sí para que la canción funcione. El baterista de jazz puede matizar un poco porque la batería de rock corta por sobre el tema mientras que la batería de jazz se mezcla por sobre el tema. Creo que esa es la diferencia más grande”.

Subrayó que “con respecto a la necesidad de vender, el rock es como un producto en sí, al que la gente está muy acostumbrada a escuchar de una forma en especial. Y el jazz por ahí profesa todo lo contrario, entonces si bien en la historia ha habido bateristas como Keith Moon, de The Who, que tocaba de una manera muy radical, hasta él cumplía con determinadas cosas, que era lo que pedía el rock en aquel momento. De todas maneras, como te digo, los dos han salido del mismo lado, que es el blues. Lo que pasa es que bueno, creo que los diferentes caracteres de la gente que empezó a tocar, los ha ido transformando. Cada estilo ha ido tomando diferentes rumbos, así como las personas que lo tocan”, reseñó.

Por las dudas, Máximo aclaró que “a mí me encanta el rock y disfruto mucho tocándolo, de hecho tengo una banda de rock y soy súper feliz cuando lo hago. Pero está bueno conocer esas cuestiones de vocabulario para no hacer una cosa que por ahí resta a la canción, en cada uno de los estilos”. Casi olvidamos mencionar que el Trío Burgol toca todos los sábados a las 18, en Bustillo y Nilpi.

La libertad es una relación con las reglas

Si se tienen en cuenta las consideraciones de Mastrolía, quiere decir entonces que el espíritu de ruptura, de riesgo estético y de cuestionamiento que en general se le atribuye al rock, en realidad vive en el jazz. “Pero sin dudas… Sobre todo en los ‘60, después de una tradición de música de cierto circuito, con los movimientos civiles de los ciudadanos afro-americanos en Estados Unidos”, explicó Pedro. “Ahí tomó un tono de protesta grosso. Llegando a finales de los ‘60, a mi manera de entender, el personaje más jazzero que existió fue Jimi Hendrix, que tomó la posta de jazzeros increíbles como John Coltrane o Miles Davis. Creo que fue Jimi Hendrix el más jazzero de ese momento si tomamos la definición de jazz que para mí, es música que tiene improvisación y que está basada en una música popular. Es algo que busca tocar algo nuevo y tocar algo nuevo es lo que sucede ese día, entonces la improvisación por definición es algo nuevo”.

Pero cómo encontrar esos valores cuando en el género, ocupan un lugar tan importante los estándar…

Esa fue la duda que asaltó al hombre de prensa. “En un punto, el estándar es aquello que te da libertad. Uno es libre en función de ciertas reglas.

Podemos empezar a tirar una pelota de un lado para otro y eso es libertad, pero quizás está bueno poner un par de reglas, una red en medio y tener una cancha y eso es el tenis, por ejemplo. La relación con esas reglas a mí me parece fascinante, entonces un estándar, que es un lenguaje conocido, una canción que es conocida por los músicos y también por el público, da ciertos códigos.

Si nos ponemos a hacer versiones de Caperucita Roja y decimos que Caperucita Roja es un almacén y el lobo un gran hipermercado, quizá tenemos posibilidades de darle más libertad a la historia, que si hablamos de la historia original. El estándar en jazz es algo que te da esa libertad”, proclamó Bellora.